junio 17, 2008

Quien eres...

Este ensayo lo realizó un buen amigo mío en el cual creo que dió en el clavo... Leanlo... (Por favor no lo copien ya que el me ha pedido que no...)


Junio 15, 2008


Ensayo sobre el “Quién":
Hace unos días, en un conversación de sobremesa que sostenía con un amigo – uno de esos amigos que realmente aprecias porque son mentes pensantes que retan la tuya a ir más allá de lo que usualmente va – surgió la pregunta “¿Tú quién eres?”. Pareciendo una pregunta sencilla de contestar y teniendo en cuenta que, debido al conocimiento que tiene de mí, él no desconocía mi persona, luego de pensar por un momento y sonriéndome ante la expectativa de una conversación mucho más profunda, puse la carnada: “Persio López”. “No, ese es tu nombre; la pregunta es ‘¿quién eres tú?‘ ”. Ciertamente, estos colores no eran de puerilidad.


Medio minuto de cavilación llevó a la respuesta, “Soy Cristiano”, a lo que oí, “No, eso es qué tú eres; sigues sin responder”. “No; soy Cristiano”.
Las preguntas que recibí esa vez no eran más que el reflejo de la confusión que hoy se encuentra cuando se trata el tema de la esencia. El nombre – o la identificación de cualquier ser –, simplemente, distingue un ser de otro en base a la forma, la expresión de la esencia. En un ser impersonal, el “qué” busca la esencia; sin embargo, en un ser personal, se queda corto, pues no interroga respecto a la consciencia, el conocimiento de sí mismo y de lo que le rodea, que posee dicho ser: hace referencia a la sustancia (carne, piedra, espíritu, agua, etc.) de la cual está compuesto el ser, mas no toma en cuenta cualquiera de las facultades del espíritu de tal existencia. De este modo, se hace necesario acuñar un nuevo término, “quién”, que incluye, no la sustancia (sea ésta espiritual o material), sino las facultades espirituales (la volición, la responsabilidad y otras), de tal persona (uso, en este documento, “persona”, no como sinónimo de “ser humano”, sino de “ser personal”). “Quién” siempre interroga acerca de la esencia de una persona (no de la sustancia de la cual se compone, sino de la manera en que tal sustancia existe). ¿Qué es, pues, esencia?

Muchas veces confundida, la esencia de un ser responde a lo que dicho ser es en verdad; se refiere a la cualidad y, más a menudo, al conjunto de cualidades de tal manera intrínsecas a un determinado ser que, sin una de ellas, éste dejaría de ser: esencia es la definición de la existencia.

Al analizar el carácter de “la esencia”, encontramos que se modula por estos principios: (1) su propósito o fin, y (2) el origen de dicho ser. En un ser personal, además de los dos anteriores y como expresión de esencia, está (3) su tesoro o amor. Dado que toda existencia tiene una esencia y dado que ninguna esencia existe sin conllevar, con ello, una existencia, la existencia misma de un ser es la posesión de una esencia; así, la esencia de todo ser personal está modulada por estos tres principios.

El propósito de un ser es determinado antes que cualquier otro paso en pos de la existencia sea dado: es la verdadera y objetiva razón por la cual es; es la culminación y el compendio de todas las expectativas que pudieran, en cualquier momento, surgir para tal ser; es el norte y para lo que debe vivir. Este propósito siempre será alcanzado porque ¿podrá lo pequeño frustrar lo grande? ¿Podrá la esencia traída a existencia modificar la que ya existe? Y dado a que este propósito será siempre alcanzado, ¿no es este aspecto de la esencia inmutable?

El origen se refiere, no solamente al devenir sustancial del ser, sino, también, en el caso de la persona, al conjunto de ideologías que ha heredado de quien le ha dado origen: todo lo puramente material sólo da cuenta de su sustancia – por eso responde al qué, solamente –, mas lo espiritual, también, debe indicar de dónde proviene la manera en que ha decidido usar sus facultades (no se refiere a qué golpea el martillo, sino a cómo la persona lo agarra).

El tesoro o amor de una persona indica cuál es la razón de vida subjetiva o práctica de tal existencia; indica en qué se gastan las fuerzas de dicho ser, en qué se derraman todas las facultades y qué es lo que se persigue con todas, absolutamente todas, las acciones.

El origen y el propósito de una existencia crean todo el marco en el que la esencia de un ser es desenvuelta. El origen brinda todas las herramientas necesarias para vivir de acuerdo al propósito; el propósito indica cómo deben ser utilizadas. El origen muestra de dónde viene la esencia; el propósito indica hacia dónde debe ir (así, con dos puntos, trazamos una recta, el camino que debe ser seguido y en el que está el cumplimiento del propósito, del deber, del gozo). El origen muestra la grandeza a la que pudiera llegar tal esencia; el propósito muestra cuál es el límite fijado para ella y la manera en que lo alcanzará. El origen brinda todas las posibilidades a las que se abre el porvenir; el propósito muestra cuáles deben ser escogidas.

El tesoro, por su parte, complementa el marco y detalla cuál es, en un punto específico del tiempo, el estado de la esencia: muestra qué tan cerca – o qué tan lejos – se encuentra una existencia en el o del camino trazado para ella. El tesoro muestra en qué se gastan las herramientas dadas por el origen; muestra hacia dónde busca dirigirse, realmente, una esencia; muestra cuál es el límite real al que pudiera llegar tal esencia; muestra qué posibilidades están siendo escogidas. Dependiendo del grado en que el tesoro y el propósito de una vida converjan, estará determinada la felicidad que dicha vida pueda obtener. (En un sentido, pudiera decirse que las acciones de un ser personal modifican su esencia: es indiscutible que las cosas que un hombre hace y elige crean patrones en sus pensamientos, emociones y cuerpo que modifican cómo él responderá en un futuro. Sin embargo, tales modificaciones no afectan la esencia como tal, sino, solamente, su expresión presente: pervierten o hacen sublime el tesoro de un alma, pero el propósito y el origen permanecen el mismo. Si no fuera así, todo humano dejaría de ser humano – con todo lo que eso significa – cada vez que se aparta de su propósito. Si no fuera así y, en verdad, la esencia del hombre fuera modificada cada vez que sus decisiones vuelan siguiendo tal o cual viento, habríamos de creer que el hombre está en control absoluto de su vida y felicidad – lo cual es refutado día a día.)

La esencia de cada persona, por tanto, es estática. Es estática porque siempre está la semilla, siempre está el camino, siempre está lo que debería ser. Es estática porque, sin importar hacia dónde quiera trabajar dicha persona, siempre trabaja hacia su propósito: lo único cambiante en la esencia es el grado de felicidad que tal existencia pueda conseguir.

La esencia, además, es dinámica. Es dinámica porque siempre está el recambio de las hojas, siempre están los pies que caminan, siempre está lo que es hoy. Es dinámica porque su tercer componente, el tesoro de la persona, sufre cambios a lo largo de su vida. Es dinámica porque su expresión variará desde la total infelicidad hasta la más sublime felicidad.

La respuesta al quien, por ende, no es sencilla: es necesario conocer el origen y es necesario conocer el fin, y es necesario aprender lo que se hace y por qué se hace. El problema no estriba en que el conocimiento sea inaccesible – en verdad, no lo es. Antes bien, el problema estriba en que conocer la esencia abre los ojos y muestra cuán triste es el fin de quienes no desean hacer su propósito su tesoro. El problema estriba en que hay quienes aman su tesoro más de lo que aman su felicidad, no conociendo que, con ello, destruyen ambos su tesoro y su existencia. El problema estriba en que abrir los ojos a la verdadera esencia implica o una rendición de la voluntad, o el conocimiento de la agobiante pena que reposa sobre la vida. El problema estriba en que muchos prefieren vivir en ignorancia que en felicidad.

Así, pues, mi respuesta es, “Soy Cristiano”. No porque “cristiano” sea mi etiqueta, sino porque “Cristiano” es el nombre de mi esencia. Soy “Cristiano” porque mi Padre es Dios, porque mi propósito es Él, porque mi amor es Jehová. Soy “Cristiano” porque soy feliz.

2 comentarios:

Prisma dijo...

WAO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Debo admitir k no lei entero pero wao!!!!!!!!!

Muy interesante concepto del ser. Pero cada quien es unico, y hay muchisimos cristianos, y te preguntan , tu quien eres? y respondes cristiano, simplemente estas dando la esencia que ya muchos tienen, es una respuesta muy generalizada... Pero me gusto tu apreciacion, si tienes tiempo pasa por mi blog: www.mipropiadimension.blogspot.com

El Negro... dijo...

Gracias! Gloria sea a Dios!
Pos... sí, pudiera parecer un poquito general la respuesta :P, pero me identifico bastante con ella y la uso por las siguientes razones:
(1) Antes que mi nacionalidad, o mi pertenencia a alguna institución, o, incluso, que mi pertenencia a la raza humana o a mi persona, entiendo que la Biblia dice que soy de Cristo, soy cristiano: el esquema que ella usa es el de un esclavo (Rom. 6:15-22) - entre otras cosas.
(2) No solamente expreso lo que en verdad soy, sino que expreso lo que en verdad siento. Ya no soy de mí mismo, sino que pertenezco a Cristo y el punto de referencia para definirme a mí mismo es Él.
(3) El responder con "Cristiano" a la preguna "Quién eres?" (nota que no es la pregunta "Qué eres?" o "De qué religión eres?"), levanta aún más interrogantes en la otra persona, lo cual me permite compartir con él/ella mi tesoro.
:) have fun! play safe!